También dijo Jesús al que lo había invitado: — Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos. Lucas 14.12–14
Y Jesús dijo: «Joven, a ti te digo: ¡Levántate!» El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Lucas 7.14–15 - NBLH
Y Jesús dijo: «Joven, a ti te digo: ¡Levántate!» El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Lucas 7.14–15 - NBLH
Desde su inicio, las Sagradas Escrituras ofrecen una valoración muy positiva del sexo, dentro de perspectivas humanizadoras de esta dimensión tan importante de la existencia.
Siempre digo a las parejas que es natural, es hermoso que ellos deseen ardientemente tener relaciones con su novia a medida que van creciendo en unión y amor. Es como la comida, cuando se tiene hambre y se siente el aroma de la carne sobre las brasas el deseo aumenta, y al fin, cuando todo está preparado, ¡cómo se disfruta! Sin embargo, si no se espera y come antes de estar cocinada, lo que hubiera sido riquísimo termina siendo de poco agrado. Lo mismo pasa con el sexo.
Entender el proceso de desarrollo de la fe en los niños y los adolescentes puede servirnos de gran ayuda para entenderlos, ministrarlos y guiarlos hacia el conocimiento de Jesús como su Señor y Salvador personal.