Muchas veces, el supuesto problema con los jóvenes no es problema de los jóvenes sino de la iglesia misma; sus moldes, prácticas, el ambiente y falta de entendimiento de la etapa importante en la cual se encuentran los muchachos.
Hace poco un joven pidió consejos para un problema que no podía vencer. Decía: «Ya no puedo más. La tentación es demasiado fuerte. Pareciera que no hay victoria para mí; sólo derrota continua. Debe de ser el demonio». En este artículo mi propósito es explicar uno de los principios bíblicos para ayudar a este joven y a otros miles que piensan que no pueden vencer la tentación.
Esta es la tercera entrega de la serie dedicada a la formación del liderazgo juvenil. La segunda parte nos dio una serie de rasgos que el líder debe tener como fruto de la acción del Espíritu en su vida. Este artículo revisa una serie de aspectos que nos ayudarán a discernir seriamente si estamos operando en las fuerzas de la carne o en las del Espíritu.