La verdadera naturaleza de un líder, sin embargo, la dan a conocer los que están más cerca de su persona.
Dios siempre avanza sus planes a pesar de las personas que Él usa para llevarlos a cabo.
No se conoce a Dios por lo que se estudia a él sino porque se vive en la presencia de Él.
Como líderes, siempre debemos apelar al amor, porque cuando el amor nos motiva produce poderosa obra de transformación.
Los líderes hemos sido llamados a formar personas.
Los que estamos en el ministerio, debemos cultivar relaciones clave con personas clave.