El deseo de huir de Dios viene por la lucha entre nuestra voluntad y la de Dios, pero nuestra voluntad nunca debe imponerse sobre lo que decidimos hacer.
El reflejo de Dios mediante su Santa Palabra nos muestra que verdaderamente no hemos sido del todo honestos con nosotros mismos.
A fin de vivir la vida carente de crítica y queja, pero llena de celebración, necesitamos tener una perspectiva celestial.