Él, amor, yo, egoísmo
¿Y cómo es él? Él es amor. Su esencia es el amor, un amor que es más que un sentimiento; es una forma de ser. Es lo que nos mueve a dar, a sacrificar, a sufrir, a entregar. Es el amor que cree en el otro hasta el final; es el amor que espera hasta el último momento; es el amor que soporta todo por el bien del otro.
Dios es amor. Yo soy egoísmo. Me parece que el antónimo más propio de esta cualidad de Dios es el egoísmo. No es tanto el odio, porque al examinarme no me veo odiando a todo ser humano. Pero sí me veo protegiendo mi yo, negándome a dar, a sufrir, a soportar, a esperar.
Porque pienso que merezco algo mejor y que el otro es el malvado. Porque condeno y no deseo darle al otro una segunda oportunidad. Porque busco mi propia comodidad por encima de cualquier cosa.
Pero él es amor. Él lo ha dado todo: ha sufrido, ha soportado y lo sigue entregándose aun cuando le paguemos con mal. Él es amor y, cuando medianamente percibimos destellos del amor verdadero en el mundo o en los que nos rodean, lo vemos a él.
Él es amor, yo egoísmo. Pero de repente, cuando estoy enferma y alguien se desvela por cuidarme, le veo a él, veo su esencia. Cuando me he quedado sin dinero y alguien me envía unas monedas, le veo a él, veo su esencia. Porque el hombre no podría amar si Dios no amara. Porque el amor es su sello y se vuelve el sello de sus seguidores y esporádicamente incluso de sus criaturas.
Así que puedo afirmar: Dios es amor. Quiero ser como él y desprenderme de mí misma. Pues las pocas veces que lo he logrado, he experimentado un gozo superior e incomparable que me lleva a creer que la vida valga la pena.
La autora, mexicana, es escritora y maestra. Su nueva novela, Donají, por Grupo Nelson, trata de una historia de amor en Oaxaca, México. Disfruta leer, escribir y escuchar historias. http:/www.retratosdefamilia.blogspot.com