«Padre, ansío conocerte, pero mi cobarde corazón se resiste a dejar a un lado sus juguetes. No puedo deshacerme de ellos sin sangrar interiormente. Tampoco puedo ocultarte el terror que siento al pensar que debo separarme de ellos. Me acerco a ti temblando, pero heme aquí. Te ruego que desarraigues de mi corazón todo aquello que he amado más que a ti, entonces, harás que tu estrado sea glorioso. Tú me llenarás más allá que la pequeña satisfacción de las cosas.»
La prueba más dura era devolverle a Dios lo que él mismo le había dado
El que toma con liviandad el sacrificio de Cristo corre peligro de caer en manos de un Padre celoso
La acción de Jesús marca una llamativa diferencia con los ritos sacerdotales de la época
El sacrificio de Cristo posee características distintivas que definitivamente lo separan del Antiguo Pacto
A Jesús se le concede el honor de ser el sacerdote que nos representa ante Dios