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Liderazgo

Matrimonio sobre hielo

21 diciembre, 2011995 visitas

Más allá de que algunas personas disfruten de los deportes invernales, no conozco parejas que disfruten de un matrimonio invernal. Estos matrimonios se caracterizan por la frialdad, la aspereza y la amargura. Los sueños de primavera quedan cubiertos por capas de hielo, y el pronóstico anuncia lluvias heladas.

 

Marcos está casado desde hace veinticuatro años pero se refiere a su matrimonio de la siguiente manera: «Es desalentador. Disentimos en todo. Los dos somos testarudos y esto ha generado varios conflictos. Nuestra relación se ha enfriado».

 

Su esposa, Marisa, comenta: «Marcos es tan crítico. Siento que yo me he esforzado más que él. Él no me escucha ni se preocupa por mis sentimientos. En esta etapa, pasamos muy poco tiempo juntos y casi no nos relacionamos ni llegamos a ningún acuerdo».

 

La estación invernal del matrimonio

Dolor, enojo, desilusión, soledad, rechazo y, a veces, desesperanza son las emociones que experimentan las parajes cuando su matrimonio se encuentra en la estación invernal. ¿Qué genera que una pareja llegue a tal era de hielo? La rigidez: la falta de predisposición para considerar la perspectiva de la otra persona y para trabajar en la búsqueda de una solución.

 

Todas las parejas enfrentan dificultades y entre todas las parejas aparecen diferencias. Estas diferencias pueden vincularse al dinero, a la familia política, a la religión o a cualquier otra área de la vida. Las parejas que no logran negociar estas diferencias sienten cómo su matrimonio se va enfriando. Cuando una o las dos personas que componen el matrimonio insisten en «o lo hacemos a mi manera o no lo hacemos», llevan su matrimonio hacia una era de hielo.

 

En la estación invernal del matrimonio, él y ella asumen actitudes negativas. Sara y Guillermo llevan casados diecinueve años. «En verdad intenté trabajar en nuestro matrimonio durante los primeros años de casados —comenta Sara—, pero él siempre interpretaba todo lo que yo sugería como una molestia. Nada parecía funcionar, entonces comencé a cerrarme. Así comencé a dejar de preocuparme por sus necesidades. Ahora espero, probablemente de manera injusta, a que él le dedique un poco de energía a nuestro matrimonio».

 

Guillermo afirma: «A veces pienso que no lo conseguiremos. Cada vez se vuelve peor. Peleamos las veinticuatro horas del día. No puedo seguir de esta manera, y ya no sé qué más hacer».

 

Sara y Guillermo demuestran las típicas actitudes que sostienen un matrimonio invernal. En esta era de hielo, los problemas parecen gigantes como para enfrentarlos. Las opiniones son demasiado rígidas, porque los desacuerdos han permanecido durante un largo tiempo. La tendencia es culpar al otro por el deterioro de la relación. El matrimonio se divide en dos personas que viven en iglúes separados.


El gran deshielo

La mayoría de las parejas experimentan la estación invernal de vez en cuando. El invierno puede durar un mes o puede instalarse durante treinta años. Puede comenzar tres meses después de la boda o golpear a la mitad de la vida matrimonial.

 

Cuando nuestro matrimonio pasa por el invierno, es posible que sintamos que no quedan esperanzas. Pero no debemos rendirnos. Así como nadie se quedaría recostado en la nieve dejándose morir, no existe ninguna razón para rendirse a la frialdad del matrimonio invernal. Existe una salida, y esta comienza con el cambio de actitud. La frialdad del invierno a veces estimula el deseo de traer sanidad y salud. Muchas veces un matrimonio en la era de hielo genera que las parejas sientan tanta desesperación que los obliga a salir de su sufrimiento silencioso para buscar ayuda de un consejero, pastor o amigo de confianza.

Derretir el hielo de una relación invernal requiere mucho trabajo. Es preciso dar cuatro pasos para rescatar la relación:

 

1.   Disculparse y pedir perdón: necesitamos coraje para admitir nuestros propios errores pasados, primero ante Dios y luego ante nuestro cónyuge.

2.   Elegir una actitud positiva: Debemos pedirle a Dios que nos ayude para que en vez de ver lo peor de nuestro matrimonio, veamos su potencial. En vez de creer que no existe esperanza, elijamos creer que el poder de Dios es capaz de cambiarnos y de tocar el corazón de nuestro cónyuge.
Dios es especialista en la restauración de relaciones.

Cuando le pedimos que nos dé gracia y amor para ayudar a nuestro esposo o esposa a convertirse en la persona que Dios había planeado que fuera, entonces comenzamos a derretir el hielo del invierno.

3.   Hablar con el lenguaje del amor de nuestro esposo o esposa: Debemos pensar en las actitudes que llevan a nuestra pareja a sentirse amada (nuestra mejor clave será acordarnos de aquellas por las que se ha quejado a través de los años). Cada mañana en nuestro momento de intimidad con Dios, debemos pedirle que nos muestre maneras de demostrarle a nuestra pareja el amor que sentimos por ella utilizando su propio lenguaje de amor. La Palabra nos advierte: «El amor cubre multitud de pecados» (1Pe 4.8).

4.   Maximizar las diferencias: En todas las parejas surgen diferencias, las cuales, a su vez, nunca se pensaron con el fin de generar división. Pidámosle a Dios que nos muestre cómo lograr que se conviertan en una herramienta valiosa para la relación. Cuando sepamos cómo, nos daremos cuenta de que se acerca la primavera.

 

A diferencia de deslizarse por una empinada colina o ir a esquiar, trabajar por sacar a nuestro matrimonio de la estación invernal no resultará divertido. Pero cuando perseveramos y comenzamos a dar los pasos imprescindibles para salvar nuestro matrimonio, nos sentiremos fortalecidos, con mayor compromiso y con mejores habilidades para sortear las diferencias. Cuando extendemos el olivo de la paz, incluso, en medio del dolor y el distanciamiento, alcanzaremos a descubrir una inmensa sanidad y una mayor intimidad. Y cuando elijamos amar de nuevo, el hielo del invierno, que poco a poco se derrite, alimentará las semillas de la primavera.

 

Preguntas para estudiar el texto en grupo:

 

1.    ¿Cómo discernir que la relación con su cónyuge se acerca a la era del hielo?, ¿cuáles son los signos?

2.    Explique los cuatro pasos que el autor sugiere para rescatar la relación.

3.    Examine con honestidad los hechos y actitudes que haya alentado el enfriamiento de la relación, ¿por qué específicamente debe pedir perdón a Dios y a su cónyuge?

4.    ¿Cuáles pueden ser algunas actitudes que ya debería estar cultivando para rescatar su matrimonio?

5.    ¿Cuál es el lenguaje de amor de su cónyuge? ¿Cómo puede mostrarle que la ama?

6.    Enliste las diferencias que existen entre usted y su cónyuge, ¿cuál es el potencial de ellas para conseguir estrechar su relación?

El autor es un reconocido conferencista y autor de libros, entre los cuales se destacan Los cinco lenguajes del amor y Los cinco lenguajes de la disculpa. Se usa con permiso. Todos los derechos reservados.

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