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Familia

No es lo mismo

10 septiembre, 20122062 visitas

 

Castigo físico no es lo mismo que disciplina, aunque muchas veces se usen ambos conceptos  como si fueran sinónimos. La disciplina consiste en enseñar a los hijos cuáles son los comportamientos aceptables y cuáles los intolerables. La disciplina es un proceso educativo que se aplica a los hijos para que crezcan y se conviertan en adultos responsables. Es un acercamiento preventivo, educativo y formativo, es menos punitivo.

 

Los padres deben enseñar a sus hijos los valores, los límites, las reglas y las consecuencias de no obedecer, para que luego sean ellos mismos los que se autodisciplinen. Nuestra tarea como padres es enseñar los valores y normas de conducta de tal manera que los hijos se apropien de ellos y llegue el momento en que la presencia física y disciplinaria de los padres ya no sea necesaria.

 

Algunos de los propósitos de la disciplina son, entonces:

• Enseñar al hijo a establecer metas y lograrlas por sí mismos.

• Guiar al hijo para que se controle, auto discipline y comporte correctamente.

• Fomentar que el hijo se sienta valorado y orgulloso de sí mismo por actuar de manera correcta.

 

Castigo corporal

El castigo corporal es un método punitivo que se usa para provocar que el hijo deje de inmediato la conducta incorrecta por miedo a sentir dolor. La creencia es que el niño o adolescente tratará de prevenir el dolor y por lo tanto evitará comportarse mal si sabe que con él lo castigarán físicamente y sentirá dolor.

 

Pero, ¿qué tan cierta es esta idea? Es verdad que especialmente los niños dejarán de comportarse mal si se los castiga. Sin embargo, si solo se usa este método crecen sintiendo miedo y odio por sus padres en lugar de amor por ellos y orgullo por sí mismos al ver que son apreciados por su buen comportamiento.

 

Hay que tomar en cuenta también que algunos niños y niñas prefieren el dolor físico antes que ser ignorados o no atendidos. Por esta razón en algunos casos los niños se portan mal con el propósito de lograr la atención de los padres, aunque sea en el contexto del castigo físico.

 

En fin, cuando el castigo físico es el único que se usa y es violento y frecuente, los hijos se acostumbran a no sentir el dolor. Esto, por lógica, aumenta más la frustración de los padres, quienes intensifican el castigo creyendo que con ello provocarán más dolor. Así el ciclo de violencia llega a ser una forma de vida. Lo único que el hijo recordará de esta situación es la cara de enojo de sus padres, las palabras violentas que usaron, pero no recordará ninguna enseñanza positiva.

 

Castigar la conducta, no a la persona

Es importante recordar que la sanción debe dirigirse a la mala conducta y no a la persona. Por ejemplo, si el hijo llega tarde, entonces al día siguiente no se le permite salir. De esta manera corregimos la conducta incorrecta pero no a la persona (pegándole, lastimándole).

 

En el caso de los adolescentes, recordemos que pocas veces el castigo físico consigue buenos resultados. El adolescente está en una etapa de cambio.  Está dejando de ser niño y se está convirtiendo en un joven. Un distintivo de esta etapa es el deseo de afirmar su identidad. Por lo general, el adolescente interpreta el castigo físico como un trato infantil a su persona, como una falta de respeto. El adolescente espera que sus padres dialoguen y le permitan la oportunidad de participar en las decisiones relacionadas con él.

 

Una paliza a un adolescente se interpreta como una declaración de guerra y lo único que provocará es una actitud de rebeldía y lucha por probar quién controla el poder, el padre o el hijo. El castigo físico al adolescente conduce al padre y al hijo a provocarse más dolor uno al otro, pues se esforzarán en probar quién ejerce más poder o autoridad.

 

Cuando se usa el castigo físico como el único método disciplinario se interrumpe la comunicación con el hijo, y al final resulta que no se enseñan valores porque el dolor causado no genera buena comunicación. Es en el escuchar, el dialogar que se gesta una comunicación y relación sanas entre padres e hijos. El castigo físico no ofrece explicaciones ni soluciones y en muchas ocasiones se torna en un acto de abuso.

 

El castigo físico debe darse en casos excepcionales y es más adecuado en la etapa de la niñez pero no es lo indicado en la adolescencia.

 

Disciplina versus abuso

 

La disciplina

NO es

castigar

avergonzar

generar culpabilidad

provocar dolor físico

 

La disciplina

SÍ es

ayudar a pensar y evaluar el comportamiento

guiar el aprendizaje de formas correctas de comportamiento

dialogar sobre cómo mejorar la conducta ahora y en el futuro

apoyar el desarrollo de una autoestima positiva

 favorecer el diálogo

 

Entonces, ¿cómo disciplino?

Es razonable su preocupación porque su hijo aprenda a distinguir lo correcto de lo incorrecto o inaceptable. También es sensato que piense que para lograr que el niño y adolescente se convierta en una persona saludable, con auto control y conciencia  de responsabilidad, se necesita educarlo y criarlo en un ambiente donde haya comunicación con reglas claras y una explicación entendible de las consecuencias desfavorables de la conducta reprochable.

 

Pero recuerde: las consecuencias de una acción inaceptable o disciplina para sancionarla deben ir en proporción con la edad del niño o adolescente y la falta cometida. La meta es evitar incurrir en abuso o violencia física con solo utilizar el castigo corporal como método para controlar el comportamiento sancionable.

 

Consideraciones previas para disciplinar

 

1.  Establezca reglas y consecuencias antes de ejecutar la disciplina

Como padres, no tenemos el derecho a sancionar a los hijos por un comportamiento que nosotros consideramos incorrecto sin haberle explicado previamente lo que no es apropiado y las consecuencias que recibirán por tal acción.

 

Por un lado, es necesario primero establecer reglas claras para luego esperar que los hijos las cumplan. Por otro lado, las reglas se aplican siempre y no un día sí y otro día no. Si como padres cambiamos las reglas cada día o semana o dejamos de cumplirlas, entonces no podemos aplicar disciplina a los hijos.

 

Cuando disciplinamos o castigamos a los hijos sin haberles explicado con anterioridad cuales son las reglas, les provocamos enojo, odio, confusión y resentimiento. Por ejemplo, si una madre castiga al hijo porque dejó los juguetes regados en lugar de guardarlos, sin haber establecido antes la regla: «Luego de jugar debes guardar los juguetes», estaría cometiendo un error.

 

Lo correcto sería enseñar antes al hijo esta regla y mostrarle dónde guardar los juguetes, cómo hacerlo y advertirle: «Si no haces esto no podrás jugar con los juguetes el próximo día». Si el hijo no obedece después de que usted lo instruyó en la regla, entonces el padre sí puede disciplinarlo con derecho.

 

En el caso de un adolescente se puede proceder igual. Llame a su hijo a dialogar de las reglas en la casa sobre traer amistades. Pregúntele cuántos amigos cree que puede traer, en qué lugar de la casa pueden estar y a qué lugares no deben pasar. Comuníquele la consecuencia que enfrentaría si no respeta el acuerdo. Por ejemplo: «Puedes traer como máximo tres amigos a la vez; si deseas traer más lo consultarás con nosotros. Se les permite permanecer en la sala o en el patio, no deben pasar a tu habitación y no pueden quedarse más tarde de las 10:00 de la noche, porque tu padre necesita dormir temprano sin ruidos. Si no cumples lo acordado no podrás traer a tus amigos durante una semana».

 

2.  Establezca reglas realistas, justas y acordes con la edad y la situación

Cuando establezca una regla pregúntese si la podrá cumplir usted. Las reglas deben ser realistas para que usted pueda aplicarlas siempre y no necesite cambiarlas. Por ejemplo, si usted acostumbra a dejar que su hijo juegue toda la mañana afuera con sus amigos, y si por alguna razón lo sanciona con que no podrá salir por una semana, usted tendrá que estar dispuesto a contenerlo toda la semana en casa. Quizás será mejor dejarlo sin salir dos días.

 

La regla también debe ser justa y de acuerdo con la edad y la situación. La regla no debe ser igual para todas las edades ni tampoco debe ser excesivamente estricta. La idea no es reprimir al niño o al adolescente en todo sino, fijar límites a su comportamiento para que crezca en autonomía, auto control, responsabilidad. Considere la edad de un adolescente: no le puede dar una regla exigiéndole que se vaya a dormir a las 6 de la tarde. Esta regla se puede aplicar a un niño. Cuando la regla es excesivamente estricta los hijos pueden percibir que la regla y el castigo es irreal e injusto, lo que puede provocar desobediencia en lugar de sujeción.

 

La regla debe ser realista, una tarea o restricción que el hijo sea capaz de cumplir. Si se les impone una regla imposible de cumplir los hijos se sienten incapaces y sin valor. Este sentimiento afecta emocionalmente al hijo, que crecerá sintiéndose que no es capaz de cumplir reglas y finalmente terminará auto descalificándose.

 

3. La reprensión debe ser inmediata y relacionada con el comportamiento que se quiere corregir

Cuando el hijo ha desobedecido alguna regla, resulta vital ser consistente con la sanción establecida y su ejecución debe darse sin demora. Si dejamos pasar el momento, la disciplina se disocia de la desobediencia de la regla y no cumple el propósito de enseñar o de reforzar que se cumpla esa regla.

 

También debe existir relación entre la disciplina y el comportamiento que se quiere corregir.

Si el adolescente llegó muy tarde de una fiesta entonces se le puede prohibir ir a la próxima fiesta pero no tiene sentido sancionarlo dejándole sin comer.

Recuerde que la regla debe ser aplicada de manera consistente (siempre igual) y no unas veces sí y otras no.

 

Cosas que NO debemos hacer a los hijos e hijas

• Insultarles, burlarnos de ellos, humillarles o golpearles abusivamente.

• Privarles de comida, ropa, vivienda, atención médica, cariño.

• No enviarles a la escuela o colegio.

• No proveerles supervisión o cuidado.

• Exponerles a situaciones donde puedan ser abusados sexualmente.

 

Preguntas para estudiar el texto en grupo

 

1.     ¿Cuál es la diferencia clave entre disciplina y castigo?

2.     ¿Cuáles son los tres propósitos de la disciplina destacados por el autor? En su opinión, ¿cuál de esos es más ignorado en el proceso de acompañamiento de los padres a los hijos?

3.     ¿En qué puede degenerar el castigo físico que se utiliza solo y además es violento y frecuente?

4.     ¿Cuáles son los factores para determinar que el procedimiento para corregir una conducta se ha degenerado en castigo físico?

¿Cuáles serían los casos escepcionales en los que es lícito utilizar el castigo físico?

El autor (cpinto@hcjb.org.ec) es pastor y psicólogo clínico y familiar. Además, es coordinador de la Asociación Latinoamericana de Asesoramiento Pastoral y Familiar, como también director de EIRENE-Internacional. En la actualidad reside, junto con su familia, en la ciudad de Quito, Ecuador.

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