Una pequeña defensa a la virginidad
¿Cuánto tiempo hace que escuchas a alguien decir a los adolescentes que permanecer vírgenes hasta casarse es una ventaja para ellos? Se les está ocultando la verdad, con consecuencias trágicas. A menos que enfrentemos la irresponsabilidad de algunos adultos, que le ofrecen a la presente generación de jóvenes «el sexo seguro», la promiscuidad adolescente continuará, y millones de jóvenes… creyéndose protegidos… sufrirán el resto de su vida. Muchos… morirán de SIDA.
Existe un solo camino seguro para permanecer sano en medio de la presente revolución sexual: abstenerse de relaciones sexuales hasta el matrimonio, casarse con una persona no infectada y mantenerse fiel a ella. A continuación quisiera proveer las respuestas claras a algunas preguntas inevitables que se levantan cuando se propone la abstinencia:
¿Por qué, aparte de las consideraciones morales, a los adolescentes se les debe enseñar a abstenerse del sexo hasta casarse?
El riesgo de embarazo que corre la mujer es apenas de uno o dos días al mes. Piense cuán difícil resulta calcular qué tan alto puede ser el «índice de fracaso» en el uso de condones para prevenir enfermedades de transmisión sexual, ¡las cuales pueden contagiarse los 365 días del año! Si los condones no se usan correctamente, o si fallan una sola vez, ocurre el intercambio de virus y bacterias que le dan inicio al proceso de enfermedad. Un solo error, después de 500 episodios «protegidos», es todo lo que se necesita para contraer una enfermedad de transmisión sexual. Cuando la pasión reemplaza a la razón el daño puede ser irreparable.
Aquellos que confían en un método tan inseguro tienen que usarlo correctamente en cada y toda ocasión. Aún así falla frecuentemente por factores fuera del control del usuario. La víctima joven, a la cual sus mayores le afirman que este objeto de látex es «seguro», con toda seguridad ignora que de esta manera arriesga su salud para toda la vida, y se expone aun hasta muerte. Todo… por una breve experiencia de placer. ¡Qué peso tan mortal para que carguen mentes y cuerpos que aún no han conocido la madurez!
Además es imprescindible reconocer que existen otras diferencias entre control de natalidad y prevención de enfermedades. El virus del SIDA es infinitamente menor en tamaño a un espermatozoide, por lo que puede pasar con facilidad por los poros más pequeños de un condón. Los investigadores, después de analizar guantes quirúrgicos de látex (que se fabrican con el mismo material de los condones) encontraron en ellos canales de 5 micras que atravesaban el guante, lo que revelan su ineficacia pues el virus del SIDA apenas mide 0,1 micra». Con estos datos, ¿qué persona sensata e informada confiaría su vida a una armadura tan vulnerable?
Seguramente esto explica por qué, hace algunos años, ni uno de los 800 sexólogos que participaron en una conferencia, levantó la mano cuando se les preguntó quiénes se fiarían de un preservativo para protegerse si sostuvieran relaciones sexuales con una persona portadora del SIDA. Y ¿quién puede culparlos? Después de todo, ¡no están locos! Sin embargo, ellos están perfectamente dispuestos a afirmarle a nuestros hijos que el «sexo seguro» está a su alcance y que pueden dormir con quienes quieran sin ningún problema.
Existe una sola manera de protegernos de las enfermedades mortíferas que nos acechan: abstenerse antes del matrimonio, luego casarse y practicar fidelidad mutua de por vida con un cónyuge no infectado.
¿Si supiéramos que un adolescente va a tener relaciones sexuales no sería sabio enseñarle el uso correcto de los condones?
No, porque ese planteamiento conduce a una consecuencia adicional. El proceso de recomendar el uso de condones para adolescentes inevitablemente les comunica cinco ideas peligrosas: (1) que el «sexo seguro» sí existe; (2) que todo el mundo sostiene relaciones sexuales; (3) que adultos responsables esperan de ellos que lo practiquen; (4) que es una decisión buena; y (5) que sus compañeros también poseen esta información, por lo que se promueve la promiscuidad. Esos son mensajes muy destructivos para nuestros hijos. Además, las investigaciones revelan que el motivo número uno por el cual los adolescentes sostienen relaciones sexuales ¡es la presión de sus compañeros! Por eso, todo lo que digamos que implique que «todo el mundo lo hace» conduce a que más personas lo practiquen, no menos. Los programas de distribución de condones no disminuyen el número de jóvenes expuestos a enfermedades … ¡lo aumentan radicalmente!
Pero si un padre supiera que su hijo o hija está sosteniendo relaciones sexuales, ¿no preferiría que usara un condón?
¿Cuánto riesgo aceptarías cuando está en juego la vida de tu adolescente? Un estudio de matrimonios en los que uno de los cónyuges estaba infectado del VIH encontró que 17% de las parejas no infectadas que usaban condones para protegerse, de todas maneras contrajeron el virus dentro de un año y medio. Decirles a nuestro adolescentes que pueden «bajar su riesgo» a uno en seis (17%) no es mucho mejor que recomendarles la ruleta rusa. Los dos resultan ser fatales con el tiempo. La diferencia es que con una pistola, la muerte llega más rápido. Supón que tu hijo se inscribió en un club de paracaidistas de seis miembros, cuya duración es de dieciocho meses. Si supieras con toda seguridad que uno de los seis paracaídas va a fallar, ¿sólo le recomendarías que se abrochara más el paracaídas? ¡Por supuesto que no! Le suplicarías: «por favor, no sigas. ¡Tu vida está en juego!»
¿Cómo podría un padre amoroso hacer menos?
Los jóvenes no escucharán un mensaje de abstinencia, por lo que constituye una pérdida de tiempo tratar de enseñarles sobre este tema. Es un mito popular que los adolescentes son incapaces de entender que les conviene abstenerse hasta el matrimonio. Casi 65% de todas las jóvenes de preparatoria menores de dieciocho años son vírgenes.Nadie ha advertido que los cánceres genitales asociados con el virus VPH mata a más mujeres que el SIDA.
Hace algunos años, estuve en un evento juvenil que no ofreció ni competencias deportivas ni música rock. En lugar de esto un ex presidiario llamado Harold Morris habló, entre otras cosas, sobre la abstinencia. El coliseo tenía capacidad para 18.000 personas, pero ¡llegaron 26.000 adolescentes! Al final, más de 2.000 quedaron fuera, de pie, escuchándolo por parlantes que fueron instaladas apresuradamente. ¿Quién dice que los jóvenes no escucharán un mensaje respetado a través de los siglos?
Aun adolescentes que han sido sexualmente activos pueden elegir abandonar esta práctica. Esto a veces se llama «segunda virginidad» y es un concepto de gracia que transmite la idea que un joven puede volver a comenzar. Una joven recientemente nos dijo que hubiera preferido mantener su virginidad y quisiera poder volver a recuperarla. Como adultos responsables necesitamos decirle que aunque no puede regresar en el tiempo, sí puede seguir adelante. Ella puede recuperar su auto-estima y proteger su salud, porque nunca es demasiado tarde para decirle «no» al sexo prenupcial. Aunque los promotores del «sexo seguro» predominan en los círculos educativos, ¿no hay ejemplos positivos de programas para jóvenes basados en la abstinencia?
Gracias a Dios, se han desarrollado algunos programas excelentes. El establecer y cultivar ideas de abstinencia entre los jóvenes, sin embargo, puede ser como escupir contra el viento. No porque no quieran escuchar, sino porque los mensajes a favor de la abstinencia quedan ahogados en un mar de propaganda tóxica de parte de expertos del «sexo seguro» que afirman que «el sexo entre adolescentes es inevitable así que hay que usar condones».
Muchos adolescentes argumentan que la actividad sexual es su derecho, siempre y cuando lo ejerzan de manera «segura». ¿Quiénes son los que más han contribuido a este pensamiento? La industria cinematográfica debe asumir la mayor cuota de culpa en esto. Los ejecutivos de la televisión y los magnates del cine han contribuido muchísimo a la existencia de esta plaga de enfermedades de transmisión sexual. Por décadas, nos han presentado con la imagen de adolescentes y jóvenes que permanentemente se involucran en relaciones sexuales. A los que se abstienen se los presenta como aburridos, porque son demasiado estúpidos o feos para encontrar parejas sexuales.
Por supuesto los hermosos actores y las actrices jóvenes en estas novelas calientes nunca han tenido que enfrentar ninguna de las consecuencias de su desenfreno sexual. Nadie contrae herpes, ni sífilis, ni SIDA, ni verrugas genitales, ni cáncer cervical cuando es apenas un actor en una película. A ningún paciente se le dice que no existe ninguna curación para su enfermedad o que tendrá que experimentar dolor el resto de su vida. Nadie ha advertido que los cánceres genitales asociados con el virus VPH mata a más mujeres que el SIDA, o que existen tipos de gonorrea que ahora son resistentes a la penicilina. El lado oscuro de la promiscuidad sexual pocas veces se comunica en las películas y las novelas. Todo tiene la apariencia mucha diversión. Pero ¡qué precio estamos pagando por todas las mentiras que se han expuesto!
Es tiempo de que hablemos a favor de una antigua virtud que se llama virginidad. Ahora, más que nunca, la virtud es una necesidad.
Se tomó y adaptó de Enfoque a la Familia, www.enfoquealafamilia.com. Se usa con permiso. Todos los derechos reservados por Enfoque a la Familia. Publicado en Apuntes Digital II-6.