Unos pocos a la vez: Limitaciones (parte III)
Limitaciones que observé en el modelo de persona a persona
- En el modelo de persona a persona, el discipulador es el responsable del bienestar espiritual del otro. Es como una especie de mamá ave que sale a buscar los gusanitos con los que alimenta a su cría. Y esos polluelos esperan con la boca bien abierta en su nido, hasta que regresa la madre. El discipulador desempeña el papel de traspasar sus amplios conocimientos a alguien cuyos conocimientos son limitados.
- La relación de persona a persona establece una jerarquía que muchas veces lleva a la dependencia. Por agradecido que sea un Timoteo, lo más probable es que la persona que se encuentra en la posición de recibir no sea capaz de verse a sí misma en la posición de dar. El abismo existente entre un Pablo y un Timoteo se acentúa cuando es una relación entre pastor y miembro. El pastor es un profesional con estudios, con conocimientos bíblicos que muchos laicos no consideran que ellos puedan llegar a tener.
- El enfoque de persona a persona limita el diálogo. Comparo la comunicación de persona a persona con un juego de ping-pong. En este diálogo de persona a persona, el discipulador se encuentra bajo una presión continua para llevar el intercambio a un plano superior.
- El método de persona a persona también crea un enfoque de un solo modelo. La influencia primaria sobre un discípulo nuevo es una sola persona. Los parámetros de la experiencia discipuladora son definidos por los puntos fuertes y débiles de un solo individuo.
- Por último, el modelo de persona a persona por lo general no reproduce. Es muy raro que lo haga. Solo las personas seguras de sí mismas e internamente motivadas pueden romper la dependencia para adquirir iniciativa propia y reproducirse en otros.1
Sin darnos cuenta, hemos mantenido un modelo de discipulado jerárquico y de posiciones fijas que no es transferible. Mientras una persona sienta que otra persona está por encima de ella a causa de una autoridad espiritual, como quiera que esta se mida, no se considerará en condiciones de discipular a otros. Aunque tratemos de vender el modelo de persona a persona como un método de multiplicación, lo cierto es que contiene en sí mismo las semillas de su propia destrucción. De acuerdo con mi propia experiencia, prefiero un modelo no jerárquico que considera el trabajo de discipular como un proceso mutuo de mentoría entre iguales.2
Para evitar la trampa de la dependencia, es necesario que se vea la relación en un sentido lateral, en vez de verla como una relación en la que alguien tiene autoridad o posición sobre la otra persona.
Consulte el cuarto artículo de esta serie: «Unos pocos a la vez: Un modelo alternativo (Parte IV)».
Se tomó de Enrichment Magazin, invierno de 2008. Se publica con permiso del autor.
Notas
1. Estas generalidades no tienen intención alguna de menospreciar las experiencias positivas y poderosas que la relación de persona a persona ha significado para muchos. Cuando se trata de la multiplicación de los discípulos mi experiencia me ha enseñado que, por lo general, esta relación no lleva a una reproducción.
2. Ogden, Discipleship Essentials, p. 17. «El discipulado es una deliberada relación en la cual andamos con otros discípulos para darnos ánimo, ayudarnos y exhortarnos unos a otros en amor a crecer hacia la madurez en Cristo. Esto incluye la preparación del discípulo para que él a su vez enseñe a otros».